Viaja a Varsovia
Varsovia es una ciudad con doble personalidad. Histórica pero a la vez moderna. Dos lados que se entremezclan de forma única y armoniosa para sorprender al visitante a cada paso. Su capacidad de renacer tras su destrucción en la Segunda Guerra Mundial ha hecho de la capital de Polonia un lugar admirado y digno de conocer. Con prácticamente la totalidad de la urbe arrasada, sus habitantes lograron reponerse con orgullo para dar al mundo un ejemplo de heroísmo y esperanza.
Monumentos, castillos y emblemáticos edificios fueron volviendo a la vida tras una minuciosa restauración. Una fuerte carga histórica que impregna la ciudad y que puede conocerse a fondo en una visita al Museo Histórico, emplazado en la llamada Ciudad Vieja de Varsovia. Pero este no es el único museo que descubre los acontecimientos vividos. El Museo Polín sobre la Historia de los Judíos Polacos o el Museo del Alzamiento son otros de los que hay que apuntar en la guía viajera.
La cultura es parte fundamental de Varsovia. La capital del país es sede de importantes centros artísticos, acogiendo multitud de eventos cada año, como el Festival de Música Contemporánea de Otoño o el certamen internacional que lleva el nombre de uno de sus vecinos más ilustres, el compositor Frédéric Chopin.
Ocupando las dos orillas del río Vistula, Polonia alberga casi un centenar de parques que ofrecen un respiro verde a sus ciudadanos. El más representativo es el Parque Real de Łazienki donde locales y turistas deleitan sus oídos con la música de Chopin gracias a los conciertos al aire libre interpretados por distintos pianistas que se organizan en los meses más calurosos del año.
Ponerse en los zapatos de los antiguos monarcas es posible también en Varsovia siguiendo el camino de la Ruta Real que discurre por las moradas de los reyes. Lugares como el Castillo Real o los Palacios del Parque Lazienki, Belvedere y Wilanow son también de los más frecuentados en una ciudad en la que no faltan los buenos restaurantes para probar la comida tradicional. En auge y tendencia está el que fuera un antiguo mercado, Hala Koszyki, hoy reconvertido en una zona con establecimientos de moda que seducen con nuevos sabores.
Los contrastes de la capital de Polonia se materializan entre la zona más nueva y la vieja, pero también están marcados por el río Vístula. A un lado, la modernidad con el Centro de Ciencias Copérnico o el Parque Multimedia de Fuentes, símbolos de desarrollo e innovación. En la otra orilla, las playas urbanas, con su fina arena y su bello entorno para disfrutar de la naturaleza.
El alma de Varsovia es su Ciudad Vieja, considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La columna dedicada al monarca Segismundo III Vasa es el monumento principal del lugar que acoge también el Castillo Real y la famosa Plaza del Mercado, con su estatua de La Sirena custodiando la urbe ante las posibles amenazas.
No hace falta ponerse las mejores galas para descubrir cómo era la vida de los reyes en Polonia, tan solo es necesario dejarse llevar por la Ruta Real. Un recorrido por los palacios que habitaron los monarcas del país que discurre por el Castillo Real, el Palacio Krasiński, Parque Real de Łazienki, el Palacio Presidencial, el Palacio Wilanów, el Palacio Kazimierzowski y el Castillo Ujazdowski. La ruta incluye también la Plaza Piłsudski, antiguamente el patio del Palacio Sajón destruido durante la guerra.
Visible desde cualquier punto de la capital de Polonia, el Palacio de la Cultura y de la Ciencia es el edificio más alto de la metrópoli. La edificación que simbolizó durante años el socialismo es hoy epicentro cultural con museos, teatros, cafeterías y sala de cine. Su mirador, en el piso 30 y a 114 metros de altura, es el lugar ideal para disfrutar de una panorámica increíble de la ciudad.
Esta parte de Varsovia que resistió a la devastación, como se relata en el Museo de Praga, bien merece la pena ser visitada. El barrio cuenta con templos levantados para los fieles católicos y ortodoxos. Así, la Catedral de San Miguel Arcángel y San Florián Mártir, la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto y la Iglesia de Santa María Magdalena conviven en armonía en esta zona llena de altares en portales y artísticos murales que decoran fachadas.
La cultura judía está muy presente en Varsovia. Su reflejo puede apreciarse en el Museo sobre la Historia de los Judíos Polacos Polín. El centro cultural, distinguido como uno de los mejores museos de Europa, recorre mil años de convivencia del pueblo judío en Polonia. En su exterior, se alza el monumento en honor a los héroes del levantamiento del Gueto de Varsovia.
Varsovia presume de playas urbanas en las que refrescarse durante el verano. Zonas con un encanto especial en las que además de darse un chapuzón se puede disfrutar del entorno.
La playa más popular de Varsovia se localiza bajo el puente Most Poniatowskiego. Allí se puede tomar el sol en una tumbona, practicar deporte o hacer una barbacoa.
Cercana al zoo, la playa Rusałka ofrece una panorámica excepcional de la Ciudad Vieja. Instalaciones deportivas se dan la mano con zonas de ocio infantiles y chiringuitos. También es posible embarcarse en una góndola y dejarse llevar en un bonito paseo por el río.
La playa del barrio Saska Kępa es una de las más tranquilas. No obstante, no faltan propuestas de ocio como un paseo en piragua o parrillas para preparar una suculenta comida.
Esta playa de pequeña extensión se encuentra al comienzo de Port Czerniakowski, el puerto desde el que salen distintas embarcaciones turísticas para recorrer el Vístula. En la zona también se encuentran bares y pubs en los que comer o beber algo.
La gastronomía de Varsovia sorprende por su variedad. Elegir entre la carta de sopas es complicado pero no hay que irse de la ciudad sin probar la más típica llamada zurek, la de remolacha o la sopa fría chłodnik.
Los pierogi son otro de los platos estrella. Los rellenos de estas famosas empanadillas polacas son también numerosos, desde los más tradicionales a los más innovadores pasando por los dulces.
Otras recetas típicas son las manos de cerdo en gelatina, los arenques en aceite, la chuleta de cerdo empanado, las pyzy (bolitas de patata con cebolla y tocino frito) o los callos.
De postre, la deliciosa tarta wuzetka rellena de nata o el irresistible pastel zygmuntówka elaborado con almendras, chocolate, arándanos, nata y merengue.
Practicar ejercicio físico en Varsovia es fácil. Sus playas naturales y parques disponen en su gran mayoría de instalaciones apropiadas para entrenar o jugar a algún deporte.
Los amantes de la bici pueden recorrer la ciudad con tranquilidad a través de sus ciclocarriles. Además, abundan los puntos de alquiler de bicicletas. Otra opción es realizar una ruta bordeando el río Vistula. Para los que quieran ver destacados edificios se recomienda realizar la Ruta del Vístula por la margen izquierda. Mientras que si se busca un itinerario en plena naturaleza, lo mejor es decantarse por la Ruta del Sol en el lado derecho.
La aventura pasa por practicar puenting en Park Moczydło o volar en el túnel del viento de Flyspot. En Varsovia también hay circuitos de karts, rocódromos y una zona gratuita para practicar boulder a la orilla del río. Incluso se puede esquiar en cualquier época del año en Park Szczęśliwicki.
La actividad cultural no se para nunca. El calendario de eventos comienza en invierno con el Jardín Real de las Luces del Palacio de Wilanów, que se prolonga durante los meses más fríos para ofrecer un espectáculo nocturno en el que la música hace bailar a las luces.
Los festivales y los conciertos no cesan tampoco durante el año, con ciclos especiales en torno a Chopin, Beethoven o Mozart, aunque también los hay de todo tipo de estilos musicales.
El ocio nocturno se encuentra en las explanadas del Vístula con música en directo, en el barrio de Praga con sus míticos pubs o en los clubes del centro de la ciudad.
La importancia que tiene cada vez más el turismo sostenible se deja notar también en la capital polaca. Sus modernos edificios se construyen intentando minimizar su huella medioambiental y sus establecimientos hoteleros tratan de satisfacer las necesidades de sus clientes con un menor impacto en el patrimonio natural.
En una ciudad con amplias zonas verdes en la que se vive intensamente al aire libre se da especial importancia al origen de los productos. Una muestra es el auge de los mercados como los de Mokotów y Żoliborz, que se celebran los fines de semana de verano y en los que priman los productos procedentes de cultivos sostenibles. Lugares en los que vendedores locales ofrecen platos con ingredientes frescos para degustarlos allí mismo.
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