Viaja a Polonia
Polonia se ha convertido en los últimos años en un destino turístico que sorprende a los viajeros que buscan nuevas emociones Europa. De ahí que sea cada vez más demandado. Habitado por treinta y ocho millones de personas, sus ciudades junto a sus bellos paisajes fascinan por igual.
Varsovia, la capital, es destino preferente. Pero, Cracovia o Wroclaw tampoco defraudan, sobre todo en la época navideña, cuando sus tradiciones llenan las calles para vivir en primera persona un bonito cuento de navidad. La ciudad portuaria de Gdansk es una joya, además de un lugar trascendente en la historia de Europa. Tampoco se puede eludir Malbork con su grandioso castillo.
La orografía polaca es de lo más heterogénea. Las cordilleras montañosas de los Cárpatos, con sus famosos montes Tatra que separan Polonia de Eslovaquia, y los Sudetes, que llegan hasta el sur del país, contrastan con las llanuras del centro y las bellas colinas y lagos de sus bosques. El norte es para la costa del mar Báltico, rebosante de playas cristalinas de arena blanca.
Polonia cuenta también con más de una veintena de parques nacionales cercanos a las ciudades más grandes, por lo que se pueden visitar fácilmente. Una oportunidad para combinar el bullicio de las urbes con la tranquilidad de la naturaleza. Parques que se pueden recorrer en bicicleta o caminando, algunos habitados por bisontes como los que se encuentran en el Parque Nacional de Białowieża. O si se quiere realizar un itinerario más largo se puede hacer parada en el Parque de Ojcowski, incluido en la ruta de los Nidos de Águila, cuyo nombre engaña, ya que no hay pájaros sino castillos que discurren entre Cracovia y Częstochowa.
Tras la aventura, la relajación está asegurada en las termas cercanas a la ciudad de Zakopane, al sur del país. Sus aguas hacen olvidarse de las preocupaciones y recargan pilas para seguir el viaje.
Los sabores de Polonia pasan por platos típicos como los pierogi, una especie de empanadilla cuyo relleno varía según la carta del restaurante en la que se prueben. Entre otras delicias culinarias sobresalen la sopa zurek elaborada a base de harina de centeno, pepinillos al estilo polaco o arenques crudos con cebolla. Y para endulzar el paladar, pan de jengibre conocido como piernik, precels o panes de cebolla.
La costa polaca es un tesoro por descubrir para los que quieran vacaciones de sol y mar. Hermosas playas de arena fina cuyos alrededores cuentan también con grandes atractivos turísticos. Algunas de las más populares y que pueden presumir de Bandera Azul son las playas de Władysławowo, Ustka, Jastrzębia Góra, Darłowe, Kołobrzeg o Mielno. Las playas urbanas de Gdańsk también son altamente recomendables para disfrutar de una agradable jornada.
La gastronomía polaca está influenciada por su historia y sus relaciones culturales con otros países. Una fusión que ha germinado en diversidad de platos.
Incluso para cenar no falta un buen plato de sopa en los menús polacos. La variedad es inmensa pero destaca la popular zurek, la conocida como barszcz de remolacha roja o la de verduras y pollo llamada rosół.
Las tradicionales empanadillas polacas pueden ser dulces o saladas. Los rellenos son variados pero su elaboración debe ser a mano y servirse fritas después de cocerse. Para los indecisos, muchos restaurantes ofrecen platos en los que degustar distintas variedades.
Endulzar el paladar es fácil en Polonia. La elección depende del destino. Por ejemplo, en la ciudad de Toruń hay que probar el típico pan de jengibre llamado piernik y en Cracovia, los pretzel son un manjar al igual que el obwarzanek, una especie de rosquilla que tiene su propio museo en la ciudad.
Durante todo el año Polonia ofrece propuestas deportivas que pueden practicarse en cualquiera de sus parques nacionales o en otras zonas aptas para ello.
Entre las rutas más largas se encuentran las de los Nidos de Águila, la de los Mil Lagos o la ruta por la Costa Báltica. Los más preparados disfrutarán de la ruta por las montañas Bieszczady o recorriendo las Montañas Izerskie. Si se dispone de menos tiempo y poca preparación, lo mejor es optar por realizar un recorrido por un parque nacional como el de los Gorce, Ojcowski o Kampinos. Otra propuesta es un itinerario por el Bosque de Białowieża en el que es fácil toparse con animales en libertad.
Las rutas ciclistas son incontables en Polonia. Desde las más tranquilas y turísticas a las más difíciles para deportistas expertos. El entorno privilegiado y el valor que se da a la bicicleta hacen que la experiencia sea sobresaliente.
Si se busca disfrutar esquiando o practicando snowboard, Polonia es perfecta para ello. Eso sí, lo mejor es viajar entre los meses de diciembre a marzo ya que es cuando se dan las condiciones idóneas. Como apunte, las mejores pistas para el esquí están en el sur del país.
¿Los mejores planes acuáticos? Windsurf en la bahía de Puck, vela deportiva en los lagos de Masuria o descenso en kayak por los ríos de Suwałki o de Warmia y Masuria.
La diversión está asegurada en Polonia. Salas de conciertos, discotecas o cines se pueden encontrar por todo el país además de otras curiosas opciones para pasar el tiempo libre.
Las paredes de ciudades como Łódź, Varsovia, Poznań o Białystok son un paraíso para los buscadores de arte callejero. Sus fachadas se han convertido en lienzos y sus calles en galerías de arte en las que se hallan algunas de las obras más reconocidas del Street Art.
En verano es la mejor época para conocer alguno de los festivales más notorios. El barrio judío de Cracovia acoge sobre finales de junio el Festival de la Cultura Judía. En Gdańsk hay que visitar su Mercado de Santo Domingo en torno a finales de julio y mediados de agosto.
Entre las mejores recreaciones históricas, no puede faltar la del Asedio de Malbork en julio. Mismo mes en el que se celebra en Lublin el Carnaval de los Magos.
La ciudad de Łódź se alza como uno de los destinos más sostenibles del país. También destaca la verde Cracovia y, por supuesto, Varsovia. La capital del país hace gala de su sostenibilidad en un ambiente que derrocha frescura e innovación con amplios espacios verdes e, incluso, bosques autóctonos que se han convertido en los mejores aliados frente al cambio climático.
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